domingo, 3 de marzo de 2013

Pequeños Forasteros

Este fin de semana recibimos en nuestro hogar a cuatro pequeños forasteros. Se trató de dos niñas y dos niños de Jalisco que vinieron a nuestra ciudad a competir en los juegos intercolegiales de los colegios del Verbo Encarnado de todo México; Mi esposa fiel a su educación se apuntó en el colegio para hospedar en nuestro hogar no a uno sino a cuatro niños durante tres días.
 
Desde que mis hijos conocieron la noticia de que vendrían 4 niños a hospedarse en casa estaban ansiosos y expectantes. Día a día preguntaban cuanto faltaba para que llegaran sus "hermanitos". Finalmente llegó el tan esperado día, y mis hijos de manera natural adoptaron su papel de anfitriones, no tuvieron problema alguno en prestar sus camas y su espacio para los recien llegados, y una vez conocidos no faltó el largo interrogatorio sobre donde venían, que comían allá, como era su colegio, si les gustaba el futbol, y un largo etc. etc. supongo que así acortaban distancias fraternas.
 
Uno de los momentos más impactantes para mí llegó cuando una de las "hermanitas" jugó voleyball con su equipo  en contra del equipo de Monterrey, y entonces mi hija se me acercó y preguntó: ¿Papá...no sé a quien irle? uno es mi colegio, pero el otro es el equipo de mi hermana postiza... comprendí entonces cuan profunda era la experiencia que estaban viviendo mis hijos.
 
Al observar la pronta fraternidad, solidaridad, donación y agradecimiento que se dió entre los niños, me hizo pensar en nosotros los adultos, y en nuestra dureza que mostramos no pocas veces frente a nuestros hermanos "forasteros". Pareciera que los unos y los otros nos cuidamos de no salir engañados, timados...somos en extremos desconfiados, entendemos el mundo en lo que nosotros creemos es la manera "real" , "cruda".
 
No se porqué, pero me ronda la sensación de que todos somos forasteros en este mundo en algún sentido, necesitamos el abrigo y cobijo de los demás... pero tambien estamos capacitados para darlo, y quizás sea necesario hacerlo para cerrar el bello circulo del dar y recibir.

Propongo el siguiente ejercicio: Asumir que todos somos pequeños forasteros, y como tal, buscar dar abrigo a los demás, pero tambien bajar nuestras defensas, nuestro "no ocupo nada", si así lo hacemos quizas alguien vendrá a darnos tambien el abrigo que tanto necesitamos.
 
Por último para quienes caminamos en la fé debemos tener presente que Jesús reiteradamente nos pedía una cosa: "Amense los unos a los otros"... empezar a buscar modos y formulas parece inaplazable.
 
Rezamos y Agradecemos Juntos.