domingo, 26 de junio de 2011

La Liebre y la Tortuga; El hombre y sus mañanas.

Voy a hacer un cambio, por una vez en mi vida
Me sentiré realmente bien, lo voy a hacer distinto,
lo voy a hacer bien...

...Empiezo con el hombre en el espejo
Le pregunto para que cambie su forma de ser
y ningún mensaje podía haber sido más claro.
Si quieres que el mundo sea un lugar mejor,
échate un vistazo y haz un cambio....

De la canción "Hombre en el Espejo" M. Jackson


En la conocida Fabula de Esopo "La Liebre y la Tortuga", una liebre orgullosa, burlona y perezosa es vencida en una carrera por una tortuga; la moraleja se centra en el hecho de que la Liebre es vencida por sus propias faltas. Todas las potencialidades de la liebre valieron poco ante su actitud.

Pienso que como la liebre, también fuimos dotados de un sinnúmero de potencialidades, que sin embargo son opacadas por nuestras debilidades; Una de ellas al igual que la de la liebre es la pereza. Nos hemos vuelto perezosos para el Amor, también como en la fabula, avanzamos y luego descansamos, confiando en nuestras fortalezas y pensando que aùn hay tiempo, que siempre hay tiempo. Postergar el Amor para un después, es un error.

¿Algunos hemos pensado en hablarle a alguien para hacer la experiencia de la amistad, para un perdón, para un reencuentro, o simplemente para decirle que le amamos y entonces tristemente lo postergamos pensando que hay un mañana? ¿ Y ese mañana, llega ó solo lo archivamos entre buenos deseos?

Reconozcamos que nuestra potencialidad puesta al servicio del Amor es lo que tanto hace falta para revertir lo negativo, por lo que no debemos desperdiciar tiempo.

Para quienes caminamos en la fe, Jesús como modelo de toda donación, de todo tiempo, de todo espacio, dió a su condición humana toda plenitud con la justicia, la verdad, la paz y el amor como pilares del reino. Aquí la oración es la gran carga de la batería interna del ser humano.

Que nuestras debilidades sean cercadas por nuestra voluntad de cada día hacer de este mundo algo mas bello.

Rezamos y Agradecemos Juntos!


lunes, 13 de junio de 2011

Abandonando nuestros castillos

...Cuando el miedo nos termine por vencer
Y perdamos entusiasmo por crecer
Y lleguemos a perder la libertad.
Cuando no queramos ver el sol nacer
Y el silencio no podamos ya romper
Y nos venga a envolver la oscuridad...
Y palabras que no sepan mas que herir
Un vuelo que no podamos compartir
Ese puede ser el fin de un amor.

Canción: El fin de un amor-Daniela Romo


El joven príncipe Siddhartha durante 29 años no supo de dolor, de vejez, de pobreza ni de muerte. Su padre el rey lo mantenía en un palacio "blindado" de los dolores del mundo; sin embargo un día el joven príncipe escuchó cantar a una mujer historias de viejos pueblos y le nació el fuerte deseo de salir a conocer el mundo. A pesar de la oposición de su padre, el joven Siddhartha salió de aquel castillo y descubrió que la gente también era miserable, que envejecía, enfermaba, y moría; Entonces rodaron por primera vez en su vida lágrimas de sus mejillas al ver el dolor humano, y sentenció "Ellos soy yo, y yo soy ellos". Se vio sujeto a los mismos sufrimientos de los demás y supuso como valor más alto de todo ser humano el de la compasión. Así empezó su camino a la iluminación quien después sería Buda.

Esta semana tuve la oportunidad de participar en la marcha del consuelo por la paz con dignidad y justicia que encabeza el poeta Javier Sicilia, donde se escucharon más de una docena de testimonios de familiares víctimas de la violencia que impera en nuestro país, desde muertos hasta desaparecidos, y cada uno de esos testimonios caló muy hondo en mi corazón y en el de muchos que poco podían hacer para detener el brote de lágrimas al escuchar tan profundos relatos de dolor. Entonces uno de los oradores -Julián LeBarón-  con un alto grado de lucidez  dijo: "Somos una sociedad terriblemente ignorante y tristemente pobre; terriblemente ignorante porque no sabemos hacer comunidad y tristemente pobre porque no podemos hacer humanidad, nos cuesta reconocer en el "otro" a un ser humano".  Entonces reconocí tristemente muchas ausencias en aquella plaza, a la que a la voz del dolor de muchos solo se sumaron pocos.

Pienso que como Siddhartha, también tenemos nuestro castillo que nos blinda de ver, pensar y actuar. También sospecho que muchas de esas paredes están construidas sobre el miedo que se vuelve egoísta. Quizás si nos interesamos en conocer del dolor ajeno, también podamos reconocer que el que sufre es parte de nosotros, hacer humanidad y que sea el inicio de hacer comunidad.

"Señor Jesús, tú que abrazaste a los más miserables, a los olvidados, a los marginados, restituyéndoles toda dignidad, ayúdanos a romper miedos y egoísmos, a conocer y abrazar a quienes sufren porque ese abrazo  me dará consuelo, paz y fuerza para amar." Amén.

Rezamos, lloramos y agradecemos juntos!