domingo, 12 de diciembre de 2010

Dolor y Sensibilidad

“El idioma del corazón es universal; sólo se necesita sensibilidad para entender y hablarle.”
Jacques Duclos

Entre los anuncios navideños que ya asoman en la televisión hay uno que me a sorprendido gratamente por su sencillez y mensaje. Trata de un hombre viejo y amargado quien al parecer vive solo; bien pues sus vecinos diseñan una estrategia para romper el cerco que representa el corazón de Don Pepe (nombre del amargado), y así un vecino lo ve y le receta un “Feliz Navidad Don Pepe”, después el vecino se comunica con otro vecino quien al encontrarse con aquel viejo le receta la misma frase “Feliz Navidad Don Pepe”, y así comunicándose un grupo de gentes (al parecer a algunos se les involucra y suma espontaneamente en la estrategia); y aquel hombre de avanzada edad empieza al principio recibiendo el mensaje de mala manera y poco a poco empieza a ceder al gesto, al final del anuncio el propio Don Pepe le dirá a alguien “Feliz Navidad”.
Sensibilidad es la  “Tendencia a dejarse llevar por los sentimientos de compasión y amor”.
Pienso en la cantidad de personas (no solo maduras) que como don Pepe están solos, han sido abandonados (literal y análogamente hablando) y ello ha endurecido sus corazones. Soy un convencido de que todos cargamos dolores, de que todos somos víctimas, de que en todos hay esperanza. El gran problema reside en que quienes les rodeamos no nos damos tiempos de amarles y ser amados por ellos.
Esta semana vi el corazón esperanzado de mujeres familiares de desaparecidos, y fui testigo de cómo  un corazón que podría estar consumiéndose en el dolor, la desesperación y la desesperanza, late aun con fe gracias a la fraternidad y el abrazo que les han dado miembros de la sociedad civil organizada sensible a sus realidades , algo que los políticos y aún sus comunidades de fe a las que pertenecen no lograron.
Somos testigos del sufrimiento de mucha gente y de la frialdad de muchos de quienes les rodeamos, de la incapacidad de que esas realidades nos duelan, nos lastimen.
Jesús no soportaba el dolor ajeno, y su sensibilidad se repite una y otra vez a  lo largo de los evangelios, en la viuda, en la mujer de fama publica, en Lázaro, en el centinela, en los recién casados, ciegos, endemoniados, leprosos, la multiplicación de los panes y peces, etc., etc..
La sensibilidad de Jesús solo le permitía una respuesta al dolor del hermano: EL AMOR.
La construcción del Reino no puede iniciar si no emergemos nuestra sensibilidad al dolor ajeno, nuestro corazón deberá en todo momento recordarnos ser sensibles a las Injusticias, ser sensibles a la falta de Verdad, ser sensibles a la falta de Paz y ser sensibles a la falta de Amor; reconocernos así frente a las realidades de este mundo debería ser suficiente para buscar estrategias convencidas, fraternas y permanentes como la usada con eficacia con Don Pepe.
Rezamos y Agradecemos Juntos!

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