domingo, 10 de febrero de 2013

Alimentando mi humanidad

La tierra llora...
La era esta pariendo un corazón
No puede más se muere de dolor
Y hay que acudir corriendo pues se cae el porvenir...
En cualquier selva del mundo, en cualquier calle...
Por cualquier hombre del mundo, por cualquier casa...
Silvio Rodriguez
Hace algunos días me encontraba en un estacionamiento de un centro comercial, cuando fui testigo de un lamentable hecho: Una anciana fué atropellada por un vehículo que daba reversa. Varios nos acercamos, pedimos a la anciana que no se moviera, los guardias de la tienda llamaron una ambulancia, que llegó con prontitud al lugar, acomodaron a la persona en una camilla y se la llevaron supongo a un hospital para darle atención. Entre todo el hecho, hubo algo que llamó poderosamente mi atención: la actitud de la mujer que conducía el auto que atropelló a la señora. Parecía totalmente ajena a los hechos, la escuché hablar por teléfono con alguien a quien le expresaba con tono de enfado la cantidad de tiempo que perdería, las cosas que tenía que hacer, y lo irresponsable que fue la anciana al no tener precaución al caminar; Luego hizo una llamada más, exactamente en el mismo tono. Jamás se acercó a la anciana atropellada, ni preguntó a nadie como se encontraba. No parecía asustada, sino más bien fastidiada. El atropellar a alguien no fué para ella un hecho lamentable, sino un molesto problema.

No pretendo generalizar de ninguna manera, pero es indudable que cada vez son mas comunes historias donde la actitud deshumana de las personas aparece. Nuestro circulo mental se ha ido forjando con el acero del individualismo, y mucho me temo que dentro de ese circulo hemos amontonado también nuestros sentimientos, en el peor de los casos los hemos maniatado.

Recuerdo alguna vez haber compartido que un canal de música de Estados Unidos hizo un experimento social dejando una persona tirada y aparentemente herida en la calle peatonal mas transitada de  Nueva York, lo mismo que de Japón y Londres. La idea era ver en que ciudad se detenía primero una persona para ver que le sucedía a la persona tirada. La primera persona en detenerse lo fue en Londres después de 8 horas,  si...largas 8 horas.

El hombre a modificado sus hábitos alimenticios, y el resultado son enfermedades de las que hace 50 años no se sabían. Lo mismo ocurre en la forma en que alimentamos nuestra humanidad, nuestra alma, nuestros sentimientos. La fraternidad, la solidaridad, el abrazo, las caricias verbales, la empatía, la generosidad, y todas las expresiones del amor imaginables son alimento insustituible para nuestra salud interior, son las brasas de nuestra chimenea interior. Quizás ya es hora de empezar a prestar atención en ello.

Para quienes caminamos en la fé, Jesús es el mejor ejemplo de un interés total, un amor total y una entrega total por el ser humano. Podríamos empezar a imitarlo, y propongo empezar todos los días haciendo una pequeña oración que rece así:

"Señor, recuerdame todos los días alimentar lo más importante, mi alma; interesándome y amando a los demás como tu. Gracias por eso Padre bueno."

Rezamos y agradecemos juntos!


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