lunes, 18 de octubre de 2010

Ser como Niños




Esta  semana  a mi hijo de 6 años se le murió su mascota, un conejo al que le puso por nombre Chispita. Chispita fue la primera mascota de mi hijo, y durante dos semanas se pasó horas con el conejo, lo ponía dentro de un bote, lo sacaba, lo envolvía en una toalla, le acariciaba, en fin, le daba todo el amor que un niño de esa edad tiene para dar. Hace días salimos mi hijo y yo a dar una zanahoria al conejo, y el conejo estaba muerto con los ojos abiertos;  rápidamente le dije a mi hijo: "Chispita se murió, no quiero que te asustes", no me creyó y me contesto que hay personas que duermen con los ojos abiertos, que Chispita solo dormía, dejándome sin palabras. Lo cargó un largo rato, le acercaba la zanahoria, y el conejo siguió inmóvil; Finalmente fui por una bolsa, puse el conejo en la bolsa y la cerré, mi hijo me pidió que no la cerrara, que si despertaba no podría salir y además le echó la zanahoria para que tuviera que comer, toda su convicción me dejó perplejo. Más tarde pensaba en lo bien que mi hijo estaba tomando el hecho, cuando escuche unos sollozos, le hablé a mi hijo  y  vino a mi con un llanto imparable, le pregunte qué ocurría y me dijo: “me duele mucho el corazón, aquí (tocándose el pecho) en el corazón”, le abracé y le dije que le traería otro conejo, y me dijo entre lágrimas: “no quiero otro conejo, quiero a chispita, él era mi amigo”  y lo abracé largo rato, también yo con un dolor en el corazón.

La nobleza y naturalidad con que un niño vive sus sentimientos, con que un niño se preocupa por un “amigo”, con que un niño sufre por la perdida, todo eso y más que podríamos definir en una sola palabra: “pureza”, me han puesto a pensar  en las palabras de Jesús en el Evangelio de San Marcos “Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él…”

¿Cómo puede el hombre en un mundo donde impera el egoísmo, la individualidad, la violencia, la superficialidad, el erotismo, la vanidad, la envidia, la soberbia, las ambiciones, etc., etc., ser como niño?

¿Cómo ir por la vida alegres, libres de prejuicios, sencillos, humildes, llenos de confianza, repletos de sueños, dichosos con lo bueno que la vida nos da, amando sin exigencias, como lo hacen los pequeños?.

Por cierto, tengo el temor de que la información que manejan los medios (cine, radio, libros, tv, artistas, etc.), está acortando el tiempo de niñez; los niños de 9 ó 10 son apurados a dejar la niñez,  al grado tal de que en las escuelas para referirse a ellos se empieza a usar el término preadolescente.

¿Cómo pude el hombre meter reversa y recuperarse a sí mismo? ¿Cómo impedir que nuestros pequeños sigan siendo contaminados?

Sé que ambas preguntas son difíciles de contestar, pero tratando de dar un paso aunque parezca pequeño propongo  que los adultos nos quedemos con esta semilla, que la meditemos en nuestros actos diarios, que bajemos la guardia ante la vida, e intentemos darle a nuestra experiencia de vida, otro enfoque, que nos permita descubrirnos y recuperarnos, armonizando con nuestro entorno y con los más pequeños, purificarnos en Dios.

Para quienes caminamos en la fe;  la Oración es la herramienta de confianza y certeza que nos hace niños frente a Dios Padre, que ve, que escucha, que abraza, que no abandona, a quien podemos hablarle de nuestros dolores del corazón. De todo ello podríamos empezar hablarle con una oración que podría ser así:

“Padre permíteme reencontrarte dentro de mí, en todo lo bueno que depositas en mí; quiero ser sencillo y humilde, ver con capacidad de asombro todo lo bueno que nos das. Quita el velo que hay en mis ojos  y dame la capacidad de amar toda tu creación incluyendo  a mi hermano el hombre sin esperar nada a cambio y enséñame también formas de proteger lo que más amas, a nuestros niños, porque ellos nos muestran la pureza que alumbra el camino al reino de los cielos” Amen

Rezamos y agradecemos juntos!

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